
EL INEFABLE GOZO
...Celebra el grande, el inefable goce
de vivir, de ser joven, de ser fuerte,
de hincar los dientes ávidos y blancos
en los más dulces frutos terrenales.
De posar las audaces, sabias manos
sobre todo lo más puro y secreto,
y de tender el arco contra todas
las presas que voraz deseo asecha.
De oír todas las músicas livianas,
y mirar, con pupilas fulgurantes,
la bella faz del mundo, como mira
un amante feliz a su adorada.
A ti el placer, ¡oh amiga!
¡A ti el ensueño!
¡Yo quiero revestirte la más roja
de las púrpuras regias, siquier tiña
su seda con la sangre de mis venas.
Yo quiero coronarte de albas rosas
para que así, transfigurad cantes
la divina Alegría, la Alegría,
la Alegría, magnífica, invencible!
VAS SPIRITUALE
La diestra espiritual sobre un salterio,
solemne y taciturna,una mujer
vigila en el misterio de la hora nocturna.
Un gran bosque de símbolos circunda,
a esa mujer. Sobre su frente pía
que ultraterrena claridad inunda,
tiende su red la gótica arquería
de vasto templo. Aladas potestades
pueblan las anchas naves penumbrosas
y sobre el mármol blanco de las losas
tumulares, reposan indolentes
las estatuas yacentes
entre guirnaldas de eternales rosas.
Cabe las puertas de bruñido cedro
que guardan el letárgico reposo
del santuario, y en frisos y molduras
se mezclan en hieráticas posturas
los monstruos de un bestiario fabuloso.
Ella, bajo la albura de la estola
medita blanca, solay solemne.
Parece que concretaen sí las tres Virtudes Teologales;
en círculo, los signos zodiacales
la nimban los cabellos de violeta.
Plumas y gemas de irisados brillos
constelan su pesado vestimento;su diestra espiritual,
llena de anillosáureos, reposa sobre el instrumento
y al pie de ella un pontífice latino
mueve en un ritmo acompasado y lento
un frágil incensario de oro fino.
Versión de Luis A. Cano
UN SUEÑO
Estaba muerta, sin calor La herida
era visible apenas en el flanco:
¡estrecha fuga, para tanta vida¡
El lienzo funeral no era más blanco
que el cadáver. Jamás humana cosa
verá el ojo, más blanco que aquel blanco.
Ardía Primavera impetuosa.
Los cristales, do cínifes inermes
Golpeaban con ala rumorosa...
Huyó de ella el calor, Yo dije: ¿Duermes?
Con un salvaje sonreír violento
más cerca repetíle: ¿duermes? ¿Duermes?
¿Duermes? Y al recordar que aquel acento
no era el mío, me crispó de pavura,
escuché. Ni un murmullo, ni un acento
.Cautivo de la roja arquitectura,
se dilataba en el bochorno un fuerte
olor a destapada sepultura.
El hálito invisible de la muerte
me estaba sofocando en la cerrada
habitación. A la mujer inerte¿
Duermes?, le dije. ¿Duermes?
Nada nada...el lienzo funeral no era mas blanco.
Sobre la tierra de los hombres, nada
verá el ojo más blanco que aquel blanco!...
Versión de Luis A. Cano